Zidane se movía con la armonía de un solo ser con el balón. Con deslumbrante maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con fuego interior. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas magistrales en un https://sachinzwfs368282.blogrelation.com/45032945/análisis-del-cabezazo-de-zidane-en-la-final-de-2006